jueves, 3 de febrero de 2011

Sólo quedará el viento...

Hace días que ya no hay palabras bonitas. No se escuchan sueños a futuro, ni se puede ver ese "que se yo" que antes había.


Ya no hay sonrisas o regalos. No hay salidas a lugares fantásticos que escapan a la imaginación.
Ya no me dicen lo radiante que me veo y si el amor me dejó más delgada.


Todo eso ahora es lejano, borroso. Una epifanía de una noche de verano que duró unos cuantos meses.


Hace poco estuve enferma, resfriada, pero cuando me enviaron del trabajo a descansar lo que veían era una cara demacrada y desgastada de las peleas y falta de comprensión de ambos. Es como si hubiera una piedra que interrumpiera ambos extremos. Como si de la nada apareciera ¿o es que siempre estuvo ahí? ¿en qué momento me negué a verla? ¿en qué momento me tapé voluntariamente los ojos? Tal y como diría Elizabeth Gilbert "si fui partícipe de cada segundo y centímetro de esta vida ¿porque ahora se me hace tan ajena?".


Intercambiamos palabras frías, con un sentido racional, lógico, pero muerto.


Y no me atrevo a moverlo por miedo a que apenas mueva un dedo algo vaya a cambiar.
"Eres culpable de esperar que algo cambie". Sí, lo sé. Soy nuevamente ese paladín que se queda en su posición hasta que derrame la última gota de esperanza, sudor y, porque no, sangre. 


Pero el viento no tardará en aparecer, ya lo siento venir, y arrasará con todo a su paso: casas, animales y los pequeños arreglos del jardín... habrá que construir todo de nuevo y empezar de cero, nuevamente.

No hay comentarios: